La luna brillaba de manera espectacular sobre el cielo limeño, que
milagrosamente se encontraba totalmente despejado, se podían ver las estrellas
dispersas en él, brillando sobre la multitud de adolescentes que se encontraban
en la puerta de un local de moda.
La cola para entrar al establecimiento era larguísima, aun así los
adolescentes no desistían en sus ganas de ingresar. La multitud era variopinta,
estaba desde la típica chica regia con su vestido de fiesta y altísimos tacos,
hasta una hippie con falta larga y sandalias.
Cuando finalmente ingresabas al local podías oír el sonido de unos tambores
que incitaban a la gente a moverse al compás de su rítmico sonido y al llegar a
la puerta una cortina separaba el mundo “normal” y te internabas en uno completamente
diferente, un mundo en el que todos era iguales a todos sin importar la
vestimenta o el dinero, un mundo unido por la música reggae y el rock.
La multitud esperaba con impaciencia a la banda invitada que llenaría de música aquel bar por unas horas, hasta que finalmente subieron al escenario con una canción clásica del The Beatles. Para ponerle un poco más de ritmo a la noche, la banda tocó Give it away de los Red Hot Chili Peppers, mientras la multitud estallaba en gritos con vasos de cerveza en manos e imitando guitarras inexistentes. La banda invitada dejaba todo en el escenario recompensada por los gritos de la
gente.